Yggdrasil
es un fresno perenne: el árbol de la vida, o fresno del universo, en la rica
mitología nórdica. Sus raíces y ramas mantienen unidos los diferentes mundos:
Asgard, Midgard, Helheim, Niflheim, Muspellheim, Svartalfheim, Alfheim,
Vanaheim y Jötunheim. De su raíz emana la fuente que llena el pozo del
conocimiento, custodiado por Mímir. A los pies del árbol se encontraba el dios
Heimdall que era el encargado de protegerlo de los ataques del dragón Níðhöggr
y de una multitud de gusanos que trataban de corroer sus raíces y derrocar a
los dioses a los que este representaba. Pero también contaba con la ayuda de
las nornas que lo cuidaban regándolo con las aguas del pozo de Urd. Un puente
unía el Yggdrasil con la morada de los dioses, el Bifröst, el arco iris, todos
los dioses cruzaban por él para entrar en el Midgard. Yggdrasil rezuma miel y
cobija a un águila sin nombre que entre sus ojos tiene un halcón que se llama
Veðrfölnir, a una ardilla llamada Ratatösk, a un dragón llamado Níðhöggr y a
cuatro ciervos, Dáin, Dvalin, Duneyrr y Duraþrór. Cerca de sus raíces habitan
las nornas.
Tácito describió en su obra “Germania” una práctica oracular basada en varas de
madera con unos grabados que eran runas. Debidamente ritualizadas, las
inscripciones rúnicas en espadas u otros objetos los dotaban de un poder
excepcional. Sobre las runas de las SS nazis, su origen se sitúa en los
antiguos guerreros germánicos, los cuales esculpían los signos rúnicos sagrados
en la vaina de las espadas que utilizaban en el combate. Se les atribuía a
estos signos un valor mágico de sabiduría, protección y poder, siendo grabadas
también en los navíos y los lugares solemnes para dar seguridad y estabilidad
al pueblo. Los SS se identificaban con estos guerreros germánicos teutones y
con su mitología por ser guardianes ancestrales de la perdida Hiperbórea.
El barón Sebottendorf, fundador de la Orden de Thule, que tanto influyó en la
génesis del nazismo, consideraba que las runas constituían “el poder esotérico
primigenio”. Rudolf J. Gorsleben, investigador próximo a la ideología nazi,
trató de reconstruir la ciencia espiritual de las runas y de sus poderes
mágicos como conductoras de la energía que anima el universo entero e influye
en el mundo material. Según afirma, las runas son el vínculo entre el macrocosmos
y el microcosmos del hombre ario posibilitando la unión mística con Dios.
Asimismo considera que la más sagrada de todas las runas sería Hagal, que se
hallaría presente en el hexágono, la flor de lis de la heráldica e incluso en
la pirámide de Keops, ya que la civilización aria primigenia había sobrevivido
bajo diversas formas culturales. Gorsleben también afirmaba que las distintas
formas de cristalización mineral serían proyecciones sólidas y geométricas de
las runas, su materialización cósmica.
Guido von List, que se dedicó al estudio del significado de sabiduría oculta
relativa a los arios, sufrió once meses de ceguera transitoria y afirmaba que
durante esta época su ojo interior le hizo vislumbrar lo que el llamaba
religión germánica y el origen de las runas, revelaciones a partir de las
cuales trató de reconstruir la lengua aria primigenia que, según afirmaba, dio
lugar a todas las demás. Afirmaba que este lenguaje es un lenguaje mágico en el
cual cada palabra tiene un poder vinculado a un principio absoluto. List
interpretó, por una parte las letras y sonidos de las runas y, por otra, las
inscripciones y emblemas antiguos y expuso sus resultados en “El secreto de las
runas” (1907). El ocultismo rúnico surgido de este trabajo constituyó la
principal clave del esoterismo de List, que obtuvo notable popularidad a
comienzos del siglo XX, especialmente durante la Primera Guerra Mundial.
Karl María Wiligut, conocido en algunos entornos nazis como el “Rasputín” de
Himmler, aseguraba haber recibido sus conocimientos ocultistas de su abuelo.
Para Wiligut las runas contienen en su código cifrado la historia entera de la
creación del hombre, originada en tiempos inmemoriales en los territorios del
Polo Norte, que constituirían la antigua Hiperbórea. Allí había residido una
raza etérea y luminosa de profundísima sabiduría que, sin embargo, se habría
ido degenerando con el tiempo. En la actualidad sólo los iniciados tienen
acceso al misterioso lenguaje de las runas, accesible a través de claves
secretas.
Himmler encargó a Wiligut el diseño de un anillo con el que honrar los méritos
extraordinarios de los miembros más destacados de la SS, el llamado “anillo de
la calavera”, que se entregaba acompañado de un certificado que describía tanto
la ornamentación como su simbolismo. En este anillo, figuran la esvástica y
tres signos rúnicos. cuyo significado ha sido tomado casi literalmente de Guido
von List: La leyenda de la esvástica es “sé uno con Dios, el Eterno”; en la
runa Hagal dice: “vela por el universo que hay en ti y dominaras el universo”;
en la runa Sol figura: “el espíritu creador siempre vence”; y en la doble runa
Sig, ideada por el propio Wiligut, se indica lo siguiente: “la fuerza de tu
espíritu te hace libre”.
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